23/01/2014

The horror! The horror!

Denkmal für die ermordeten Juden Europas o Monumento a los Judíos de Europa Asesinados.
Desde un rincón observo estelas de concreto cubriendo miles de metros cuadrados. Su color ceniza no casual. Las palabras de Mr. Kurtz resuenan en mi cabeza:

The horror! The horror!

De camino minutos antes el muy pequeño en comparación Monumento a los Gitanos Asesinados durante el Nacionalsocialismo. Tiergarten. Árboles. Un blanco Monumento a Goethe. Un bloque monolítico que parece salido de 2001 Odisea del Espacio como Monumento a los Homosexuales Perseguidos por el Nacionalsocialismo. Las primeras preguntas: ¿Por qué tres comunidades cada una con su monumento? ¿Por qué uno ocupa toda una plaza con sus miles de metros cuadrados y los otros dos están perdidos en un parque?

Orwell, siempre Orwell. All animals are equal, but some animals are more equal than others.

Entre el bello monumento a Goethe y el en recuerdo a los judíos asesinados de Europa, una avenida. La acera es amplia del lado del parque. Una manifestación tiene lugar allí. Creo que la tercera o cuarta en el mismo día desde donde Unter den Linden (la avenidad Bajo los tilos) termina en la Puerta de Brandenburgo, estos es, a unos 300 metros. Esta reclama democracia en Irán. Los participantes parecen ser casi en un cien por ciento iraníes. Por los parlantes resuenan los gritos en persa. La gente trona con consignas que no entiendo. Toma la palabra un orador alemán. Habla en su idioma.

Se supone que estoy en un lugar que representa un cementerio. Las estelas de concreto son tumbas de diferentes alturas, en las que uno está invitado a perderse para sentir aislamiento y alejarse de la racionalidad en un caos ultra ordenado. 

Mientras me interno, antes de que la altura de los bloques supere la altura de mis ojos y me vea sumergido entre ellos, diviso a la distancia la Puerta de Brandenburgo, la cúpula del Reichstag o Parlamento Alemán, a unos metros delante de mí flamea la bandera de la embajada de los Estados Unidos en Berlín.

Al otro lado de los bloques o estelas hay un centro de información. En él, en el subsuelo y por ende en las entrañas del monumento, están publicados los nombres de todos los judíos de los que se tiene conocimiento que fueron exterminados durante el nacionalsocialismo.

Miro a mi alrededor. Sobre los bloques más bajos la gente se sube, se sienta, se toma fotos. Continúo hasta perderme. Esucho risas. Gente corriendo. Veo personas que se esconden de sus acompañantes. Se oyen acá y acullá gritos de sorpresa de chicas sorprendidas por sus parejas que saltan desde detrás de alguno de los bloques. Los niños corretean. Agitación. Jadeos. Fiesta. Carrusel estático. Un parque de diversiones en formato de múltiple seplucro y color ceniza de crematorio. 

The horror! The horror! repite Mr. Kurtz.

Arriba el cielo emula el color de los bloques. A mi alrededor los monolitos están cubiertos con una sustancia anti-graffiti. La empresa contratada que la produce tiene una casa filial que producía el Zyklon-B para las cámares de gases.

Mr. Kurtz grita, aunque está desfalleciente. 

La fundación encargada de administrar el monumento calificó al mismo de imán turístico. Desde su inauguración se han encontrado esvásticas dibujadas en repetidas ocasiones. Fue tendencia entre los usuarios de una aplicación orientada a homosexuales el uso de su fotografía de perfil con el monumento como fondo. La crítica se repite por un sistema de bloques que no logra explicarse por sí mismo. Se ha reclamado que con los costos que supuso hasta se podría haber ayudado económicamente a víctimas supervivientes de la shoah que no tienen ni para vivir. 

Metido en ese monstruo de hormigón el panorama finalmente me va haciendo sentir lo que los artistas que lo diseñaron se proponían. La realidad desconectada de la razón en un caos ordenado. Aislamiento. No sé si esa sería la definición de la sensación. Pero quiero salir. Al parecer siento lo que debería sentir pero no del modo o por las razones que debería. O tal vez sí, lo que redobla el temor. 

The horror! The horror!



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